viernes, 21 de septiembre de 2018

Camarero, hay una mosca en mi Centenario.

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Nos las prometíamos felices en este banquete del Centenario. Entrando por la puerta grande otra vez. Enarbolando el 'Hem tornat' y sacando pecho ante las retenciones y los fichajes en propiedad. Pero este calendario nos agota antes de empezar. Sin carburar, con tics que creíamos olvidados y una ligera sensación de nerviosismo por comparanza con el casi inmaculado curso anterior.
La memoria, ay la memoria. Esa que no permite recordar más allá de la temporada vigente. Ese hedonismo futbolero que se cuece en todas partes. Lo mismo da que sea Mestalla o el Mundial 82 de Catarroja. Lo queremos todo y ya. Sin medida. Y más habiendo vivido el nivel de la temporada pasada. Sin contar con el, importante, matiz que este año ya no tienes el factor sorpresa y que las incógnitas, como Kondogbia o Rodrigo, ya son una certeza. 

Temores pueden existir. El que la plantilla se deje llevar sin una gran competición de selecciones a la vista. La medida tomada al entrenador. Los hilos ocultos que existen en todo ecosistema deportivo. La confabulación en la sombra. Gente en los rincones afilando cuchillos.

Lo importante no es llegar. Es mantenerse. Saber manejar la exigencia de las competiciones. Saber gestionar los momentos de todos y cada uno de los componentes de la plantilla. Sin excepciones. Sin mirar el dorsal ni la historia que pueda haber detrás. La clave es esa, simple y llanamente. Que jueguen los mejores de cada momento. Que se vuelva a ese equipo rocoso. Que esa elogiada gestión de vestuario que nos mojaba la entrepierna sea otra vez la seña de identidad.

Solución fácil y, a la vez, difícil. Recuperar al colectivo apelando a las individualidades. Exigir desde dentro la cuota de responsabilidad. Trabajar desde atrás. Va a sonar duro, pero ahora es importante no perder. Construir poco a poco aquella casa que el año pasado nos hinchó el pecho. Porque el futuro del club va a depender mucho de que el nivel deportivo se mantenga para poder conservar las altas inversiones realizadas en este verano. 

Pero apelemos a la tranquilidad. No por gusto. Por estadística. Ejemplos de vecinos: el Real Madrid el verano pasado parecía que iba a arrasar con todo y ya saben que pasó. En la misma ciudad, el Atleti cae en ronda de grupos de Champions y campeona, reforzándose como equipo y como grupo. Más hacía abajo, aquel Sevilla de Sampaoli que era el acierto más grande jamás contado y que acabó como acabó. Pregunten por Pino Montano a ver que les dicen.

De Marcelino y su equipo de trabajo depende. Esta situación, con las circunstancias mal dadas, va a demostrarnos el cuajo de entrenador del asturiano. Servidor no tiene ninguna duda que la cosa va a tener final feliz. Tan solo ha de hacer como los toreros. Ser valiente y arrimarse.

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